Cuando hablamos de sistemas económicos, solemos pensar en la dialéctica Capitalismo vs Comunismo o economía planificada. Dialéctica, por cierto, que se ha resuelto en favor de la doctrina económica promocionada por Locke, Smith y compañía; incluso en los países llamados “socialistas”. Sólo es necesario echar un vistazo a estas noticias de finanzas para comprobar que nadie, ningún país escapa a la lógica neoliberal.
No obstante a lo dicho, a lo largo de la historia han existido otras formas de intercambiar bienes y servicios, como es el caso de la economía de subsistencia, mucho más antigua que los otros sistemas y que todavía sobrevive hoy en día.
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Definición de la Economía de Subsistencia
Cuando los seres humanos, hace unos doce mil años, dejaron la vida nómada por una más sedentaria, comenzaron a planificar, a «economizar» los recursos. Los sectores más importantes fueron la agricultura y la ganadería.
Durante el desarrollo de las primeras comunidades estables, la producción de todo tipo de productos estaba destinada al abastecimiento local. Con el paso de los milenios, gracias al sedentarismo, las poblaciones crecieron y empezaron a desarrollarse tecnológicamente. Esto les permitió aumentar su producción, por lo que aparecieron los excedentes. Ellos sirvieron para poder guardar alimentos como cosechas de trigo y otros cereales para años venideros y, muy importante, para poder intercambiarlos por otros productos necesarios (trueque) que no se producían localmente.
Aunque parezca difícil de creer hoy en día, la Humanidad utilizó esta economía de subsistencia durante milenios, hasta la aparición de las primeras jefaturas en Mesopotamia o Egipto hace 5.000 años. Estas dos grandes civilizaciones no dejaron de utilizar el trueque (las primeras monedas no empezaron a usarse hasta el siglo VII a.C. en Lidia), pero la producción de grano, ganadería, pieles y artesanías ya no tenía el fin de abastecer a la población local, sino la de comerciar para ganar importancia y riqueza como población.
Una vez apareció la moneda, la economía sufrió un cambio drástico y comenzó lo que podríamos llamar el protocapitalismo, la corriente económica que domina al día de hoy y que ha desbancado a todas las formas de intercambio de bienes y servicios, incluida la economía de subsistencia; aunque, como veremos después, algunos estén apostando por recuperar este modo de vida en zonas rurales de países occidentales.
Beneficios de la Economía de Subsistencia
Para muchos es una antigualla, propia de países subdesarrollados, pero es cierto que se pueden reconocer en el trueque y en el hecho de producir sólo lo necesario para subsistir algunas ventajas:
- Ecológicas. Luego veremos algunas experiencias al respecto. Por lo pronto, hay que reconocer que la economía de subsistencia es mucho más simbiótica con el ecosistema que la capitalista. De hecho, permite que los campos, los mares y ríos y la propia atmósfera se recuperen de su explotación al generar poca Huella Ecológica.
- Evita conflictos entre comunidades humanas. La batalla por los recursos en este planeta es constante y no parece frenarse. Observemos las tensiones que produce el acceso al agua en zonas de escasez, o la cada vez mayor reducción de campos de cultivo y pastos en el Sahel, lo que está produciendo grandes movimientos migratorios hacia Europa.
- No se perjudica a otras comunidades humanas. Con una economía de subsistencia, la gran masa forestal del Amazonas no se vería menguada en favor de la producción de madera y, muy importante, no habrían desaparecido decenas de tribus que vivían en el pulmón del planeta.
También es honesto reconocer que, con una economía de subsistencia, el progreso tecnológico y científico no habría llegado a los niveles actuales, y esto también afectaría a la adquisición de cultura y conocimiento o cuidados en salud.
El futuro de la Economía de Subsistencia
Es cierto que hay iniciativas que buscan saciar las necesidades de parte de la población a través del trueque o, como se la denomina hoy, Economía Colaborativa, pero en las ciudades tienen poco éxito. La razón es que el liberalismo económico e, incluso, los recursos de los servicios públicos, sin cubrir todas las necesidades de la ciudadanía, sí que logran cubrir lo básico. Así, para mucha gente, cambiar de sistema económico a una economía de subsistencia sería un riesgo que no todos están dispuestos a correr o aceptar. ¿Que harían sino las tiendas de venta de muebles si la ciudadanía deja de comprarlos porque los puede cambiar por electrodomésticos? ¿Qué harían también los negocios de venta de lavadoras y frigoríficos?
No obstante, el mundo rural -y hablamos de Occidente- está planteando iniciativas basadas en la economía de subsistencia. Un ejemplo son las “granjas ecológicas”, con gran difusión en el mundo anglosajón. Aunque sus promotores no rechazan el uso del dinero ni de la iniciativa privada, también optan por el trueque y, sobre todo, por la producción sostenible buscando dañar lo menos posible al ecosistema.
Tampoco podemos olvidar a las congregaciones religiosas, especialmente las residentes en monasterios cristianos y budistas que logran sobrevivir produciendo sus propios productos. También es cierto que lo hacen con el apoyo de organizaciones que sí forman parte del sistema liberal actual.
Para terminar, y a poco que analicemos la historia de la Humanidad, el mundo está en constante cambio y sistemas como el capitalista pueden transitar a otros como ocurrió con el medievo y su economía feudal, con la Edad Moderna o con la caída del bloque socialista.