Si vemos de la fotografía de una persona de 60 años que vivió en la primera mitad del siglo XX y la comparamos con el rostro de un hombre o una mujer de la misma edad hoy, podemos comprobar que, al menos en los países occidentales, envejecemos más lento. Razones hay muchas, como utilizar cremas y suplementos antienvejecimiento, pero son los hábitos diarios los que más retrasan el paso del tiempo, al menos sus efectos en nuestro cuerpo.
Dejamos a continuación algunos trucos para envejecer más lento.
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Relax y descanso
No significa que sea preciso dormir durante todo el día. Además, cada persona tiene unas determinadas horas de sueño mínimas. La idea es no forzar el cuerpo y siempre intentar estar descansado.
En el caso del sueño, sus efectos antievejecimiento son notables: permite que los órganos descansen y se recuperen del esfuerzo diario, se recuperan las defensas y, muy importante, ayuda a la regeneración natural de las células. Teniendo en cuenta que la piel es el órgano más grande del cuerpo y está compuesta de células, un buen sueño reparador ayudará a mantenerla sana y joven.
Beber mucha agua
Somos ¾ parte agua y ésta interviene en cada uno de los procesos vitales internos, desde el crecimiento de las uñas a la digestión de los alimentos. Es tanta su importancia para demorar el envejecimiento de nuestro cuerpo que sólo basta con aguantar unas horas sin beber agua en un día caluroso y comprobar como nuestros labios se secan y se arruga nuestra piel
En cuanto a la cantidad de agua a beber depende de si se beben otros líquidos como zumos o té, pero se recomienda un mínimo de dos litros de agua al día y de forma constante para que el cuerpo pueda realizar sus procesos internos desgastándose lo menos posible.
Evitar el estrés
El estrés es uno de los responsables del envejecimiento prematuro por varias razones. Vivir con demasiada tensión hace que respiremos peor, que comamos con ansiedad y no hagamos bien la digestión, evitando así que nuestro cuerpo obtenga los nutrientes necesarios para contar con una buena salud.
También, si se trabaja sentado, genera posturas incómodas que acarrean problemas musculares y articulares. Y esos problemas van a hacer difícil conciliar el sueño, con lo que eso implica a nivel salud.
La tensión constante tiene un muy negativo impacto en los niveles de tensión arterial y el propio funcionamiento del corazón. Sin contar con el hecho de que reduce las defensas y abre la puerta a todo tipo de infecciones y desarrollo de enfermedades a largo plazo.
Hacer deporte
Al igual que cuando hablamos de descansar, no nos referimos a estar en la cama todo el día, la actividad deportiva también debe ser moderada. Y si se realiza de forma profesional, ya sabemos que la vida deportiva de un atleta o futbolista es corta porque se desgasta mucho al cuerpo.
En cualquier caso, y dependiendo de cada persona, se recomienda realizar actividad física al menos cinco días a la semana, siempre que se pueda, claro. También con independencia del deporte que practiquemos, podemos desarrollarlo durante 30 minutos para corredores o una hora para los que les guste caminar o montar en bicicleta.
Comer y beber sano
El alcohol, las grasas, los azúcares, demasiadas proteínas o hidratos de carbono, el café y otros productos que solemos tomar no ayudan mucho a retrasar el envejecimiento. Es cierto que si se toman de forma moderada el cuerpo es capaz de asimilar las toxinas que generan, pero lo ideal sería reducir el consumo al mínimo para evitar la degradación de la piel y el cabello, o los órganos a nivel interno.
Utilizar exfoliantes por todo el cuerpo para eliminar toxinas y células muertas
Es cierto que si uno se cuida, el aspecto mejora. Pero también es verdad que hay personas con pieles que acumulan más toxinas de lo normal. Para unos y otros, y aunque este truco tiene meramente un objetivo estético, utilizar exfoliantes un par de veces a la semana o esponjas de baño que retiren las células muertas, a medio y largo plazo, ayudan a tener un aspecto mucho más saludable y joven.