Eficiencia energética: conjunto de recursos tecnológicos, prácticas y regulaciones para lograr el mayor ahorro energético en un sistema eléctrico y disminuir el impacto ecológico.
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Recursos tecnológicos: transformadores

Dentro del concepto de recursos para el ahorro energético, la figura de los transformadores es trascendental. Como todos sabemos, este aparato eléctrico fue inventado a finales del siglo XIX para cumplir con la misión de regular la tensión de la electricidad en un circuito de corriente alterna, ayudando a la propia eficiencia energética del mismo a la vez que a evitar la falta de suministro por bajadas de tensión o colapsos por subidas repentinas. Un ejemplo de esta regulación son los equipos de música y televisión, que necesitan que el transformador aumente el voltaje. Otro ejemplo son los termostatos y las alarmas que, por el contrario, necesitan un voltaje más bajo. Resumiendo: sin transformadores, unos aparatos no funcionarían por falta de potencia y otros se fundirían por recibir demasiada corriente, lo que ocasionaría una falla en la eficiencia energética ingente.
Buenas prácticas para el ahorro energético
Además del desarrollo tecnológico para mejorar la eficiencia energética, (solo) desde una década hasta ahora se ha promovido la educación en consumo eléctrico para reducir el impacto ecológico de su uso y reducir el consumo desmedido. Desde asociaciones de consumidores, medios de información y los propios estados, las siguientes recomendaciones han servido para que al día de hoy el consumo de electricidad innecesario se haya reducido.
Aislamiento de la vivienda u oficina
Hasta un 40% de la electricidad consumida en un año en un hogar u oficina tiene que ver con la climatización, tanto calefacción en invierno como aire acondicionado en verano. Al mismo tiempo, una serie de prácticas como levantar persianas en invierno para aprovechar la luz solar o bajarlas en verano para evitar recibir la radiación logran reducir el consumo eléctrico en climatización en una media del 5% al año.
Otro de los recursos más utilizados, en este caso en la construcción de edificios, es el aislamiento térmico exterior a base de una serie de recubrimientos por encima del ladrillo que logra reducir el consumo de electricidad hasta en un 20%.
Además, si se utiliza doble acristalamiento, burletes adhesivos en puertas y ventanas y otros recursos para evitar que el calor se escape o entre en una estancia también se logra disminuir entre un 5% y un 10% el uso de calefacción o aire acondicionado.
Transición a tecnologías limpias
Además de las prácticas anteriores, en un hogar u oficina hay otra serie de recursos que aumentan la eficiencia energética como:
- Utilizar bombillas de bajo consumo o led, las cuales pueden llegar a consumir hasta un 75% menos de energía que las bombillas normales.
- Optimización de los sistemas de calderas para calentar agua. Hablamos de que utilizar sistemas que calienten el agua a no más de 60º para evitar el agrietamiento de las tuberías y los escapes de agua.
- Instalación, en la medida de lo posible, de sistemas renovables de generación de energía como la fotovoltáica en comunidades de vecinos.
Regulación para una mayor eficiencia energética
En este proceso de mentalización para el mejor uso de los recursos energéticos por parte de la ciudadanía y empresas, el cambio en la regulación en muchos países ha servido de gran ayuda.
- Etiquetado energético de productos como electrodomésticos para que los usuarios puedan conocer el ahorro energético que produce ese producto.
- Retirada de equipos que no cumplan con nuevas normativas de eficiencia energética. Aunque se realiza de forma paulatina, en muchos sectores industriales la legislación europea está obligando a empresas a sustituir equipos poco eficientes por nuevas versiones para adaptarse a normativa.
Aunque todavía queda mucho por hacer en este sentido, sí queda calor que conseguir un mayor ahorro energético en la sociedad pasa el cumplimiento de los puntos tratados anteriormente.