Acudir al psicólogo no tiene nada de especial. Es como acudir a otro especialista de la salud cuando se sufre malestar, en este caso de tipo mental. Tampoco es extraño que se necesite de estos especialistas en ciertas partes del año, como el final de las vacaciones. Como siempre, estos temas han de ser abordados por profesionales, por eso, desde Heroicamente Psicología nos dan respuesta a esta cuestión: ¿cómo saber si yo necesito un psicólogo? Vemos algunas de las preguntas que puedes plantearte para decantarte de un lado u otro.
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Te resulta imposible volver a la rutina diaria: trabajo, familia…
El síndrome posvocacional existe. De un día para otro pasamos de estar todo el día relajados, disfrutando de la vida y del descanso a volver al estrés del trabajo, llevar a los niños al colegio y otras ocupaciones típicas de un día normal que no suelen reportar grandes placeres. Ahora bien, en condiciones normales, pasadas un par de semanas volvemos a adaptarnos a una vida repleta de obligaciones.
¿Qué ocurre cuando no es así? ¿Cuándo levantarse por la mañana para ir a trabajar es como intentar levantar una pesa de 100 kg? Es posible que el nivel de desconexión en vacaciones haya sido tal que emocionalmente no puedas afrontar la rutina y el trabajo. También puede suceder que las vacaciones no salieron como tú querías, tu mente y cuerpo no descansaron y ahora no tienes energías para retomar el día a día.
Sea cual sea la razón, pero si sientes que volver a tu vida cotidiana es como subir el Everest, puede venirte bien acudir al psicólogo para poner sobre la mesa esas sensaciones y pensamientos, hallar las causas de tu falta de ánimo y buscar soluciones junto al profesional.
Empiezas a comer demasiado
Comer en exceso suele tener detrás un cuadro de ansiedad. Puede ser similar al mencionado anteriormente, pero la respuesta que das no es una profunda apatía sino eliminar el constante malestar emocional comiendo.
Si pasadas unas semanas la gula se convierte en un hábito, es el momento de consultar a profesionales para, sobre todo, evitar dañar tu salud.
Adquieres adiciones más nocivas
El alcohol o las drogas también pueden saciar la ansiedad tras la vuelta de las vacaciones, pero un alto consumo también puede ser la continuación de unas vacaciones donde te has excedido.
Sin embargo, piensas que de vuelta al día a día, dejarás de beber y tomar estupefacientes, lo cual no ocurre porque has adquirido una adicción.
En este caso, cuanto antes reacciones mejor, ya que el alcohol y las drogas generan adicción psicológica pero, sobre todo, física, mucho más difícil de curar.
Sufres una crisis existencial
Las vacaciones pueden ser también un momento para reflexionar, especialmente si te retiras a lugares apartados de la sociedad. El hecho de desconectar del trabajo y la vida que llevas durante el resto del año te permite tomar distancia y hacerte algunas de esas preguntas trascendentales que de vez en cuando nos hacemos y que tienen que ver, básicamente, con qué hacer con nuestra vida.
Si esa vida que llevabas no te satisfacía emocionalmente o no le daba sentido a tu vida, es posible también que durante las vacaciones, alejado del ojo del huracán, caigas en la cuenta de estar viviendo una vida llena de mentiras o la que nunca quisiste vivir.
Ahora bien, la honestidad y la sinceridad con uno mismo son importantes, pero puede ocurrir que a la vuelta de vacaciones, con esas certezas ya claras, todo lo que hacías antes deje de tener sentido y te cueste enormemente volver al que fuera tu día a día.
Los cambios drásticos no suelen ser fáciles, por ello, en una situación similar no está de más acudir a un psicólogo para que te ayude a trazar un itinerario seguro con el que cambiar de estilo de vida y plantearte nuevos objetivos para llevar una vida más coherente con tus expectativas y deseos.
Ir al psicólogo para saber que no te pasa nada
Durante la pandemia, en el confinamiento más duro, muchas personas se autodiagnosticaron con depresión y otras patologías serias. Fueron precisamente los psicólogos y los psiquiatras quienes quitaron hierro al asunto y a muchas personas les cambiaron es terrible diagnóstico por otros más livianos como padecer algo de desidia y apatía al estar todo el día en casa; un poco de ansiedad por no ver a los seres queridos, o simplemente falta de sueño.
Con esto, queremos decir que, en la mayoría de los casos, las personas que sufren el síndrome posvacacional están bien, y sólo tienen que hacer un pequeño esfuerzo para readaptarse a la vida cotidiana o, simplemente, ser pacientes y esperar a que unas emociones se cambien por otras.
Pese a todo, siempre puede bien venir que sea un psicólogo quien ponga un poco de luz en ese malestar para descubrir que no es para tanto.